En el mundo de las hortalizas, la espinaca y la acelga ocupan un lugar destacado por sus propiedades nutricionales y su versatilidad en la cocina. Ambas son ricas en vitaminas y minerales, pero cada una tiene sus particularidades. Mientras la espinaca se destaca por su alto contenido de hierro, calcio y vitamina K, la acelga es una fuente poderosa de vitamina A y fibra. Sin embargo, no todas son ventajas: la acelga es más exigente que la espinaca a la hora de cultivarla en una huerta urbana, ya que requiere más espacio, luz solar y cuidados específicos de riego.
Cultivo de espinaca: sencillo y efectivo

La espinaca es una de las hortalizas más agradecidas para quienes se inician en la agricultura urbana. No necesita sol directo, por lo que puede sembrarse en zonas sombrías. Prefiere un suelo fresco y ligeramente húmedo, pero sin encharcamientos. Para sembrarla, se recomienda hacer hileras con una distancia de 15 a 20 centímetros entre ellas, y colocar las semillas a unos cinco centímetros de separación. Con estos cuidados básicos, en pocas semanas tendrás hojas frescas para tus ensaladas o preparaciones favoritas.
Acelga: un desafío gratificante

La acelga, por su parte, es un cultivo que requiere más atención. Aunque puede sembrarse durante todo el año, es fundamental evitar las épocas de calor intenso, ya que esto puede afectar su crecimiento. Su cosecha es escalonada: a partir de los dos meses de la siembra, se pueden cortar las hojas exteriores por la base de la penca, siempre que alcancen unos 20 centímetros de largo. Este proceso permite que la planta siga produciendo hojas nuevas durante varias semanas.
Preparación del suelo: el secreto del éxito
Tanto para la espinaca como para la acelga, la preparación del suelo es clave. El primer paso es eliminar la maleza y asegurarse de que la tierra esté bien aireada. Luego, se recomienda añadir un poco de cal para fortalecer el suelo y lombricompuesto para enriquecerlo con nutrientes. Estos cuidados garantizan que las semillas germinen adecuadamente y las plantas crezcan sanas y fuertes.
Beneficios que van más allá de la huerta

Además de ser un excelente complemento para la dieta, la espinaca y la acelga ofrecen múltiples beneficios para la salud. Ambas son ricas en vitaminas A, C y E, así como en minerales como manganeso, magnesio y hierro. Estos nutrientes no solo fortalecen el sistema inmunológico, sino que también mejoran la apariencia de la piel, contribuyen a la salud visual y ósea, y reducen el cansancio y la fatiga. Además, favorecen la producción de colágeno, lo que las convierte en aliadas para mantener una piel joven y saludable.
Cosecha y disfrute
Con los cuidados adecuados, la cosecha de estas hortalizas puede extenderse hasta un mes. Ya sea en una ensalada fresca, un salteado o como acompañamiento de tus platos favoritos, la espinaca y la acelga son opciones versátiles y deliciosas. Estas verduras son unas de las favoritas por su fácil cuidado y sus excelentes resultados.
Cultivar espinaca y acelga en casa no solo es una forma de asegurarte el acceso a alimentos frescos y nutritivos, sino también una manera de conectar con la naturaleza y disfrutar de los frutos de tu propio esfuerzo. Con un poco de dedicación, tu huerta urbana puede convertirse en un espacio lleno de vida y sabor.