La tipa, el árbol que tiñe de amarillo las calles de Buenos Aires: historia, curiosidades y su espectacular floración

En plena primavera, las calles de Buenos Aires se visten de amarillo. No es magia, sino el resultado de la floración de uno de los árboles más emblemáticos de la Ciudad: la tipa. Con más de 14 mil ejemplares en el paisaje urbano, este majestuoso árbol, originario de las yungas del noroeste argentino, se convierte en protagonista cada diciembre, cuando sus flores caen y forman alfombras doradas sobre veredas y plazas.

La Tipuana tipu, como se la conoce científicamente, fue introducida en la zona pampeana por el reconocido paisajista Charles Thays a principios del siglo XX. Desde entonces, se ha convertido en una pieza clave del arbolado porteño, no solo por su belleza, sino también por su capacidad para brindar sombra, frescura y mejorar la calidad del aire.

Un espectáculo natural único

A partir de los primeros días de diciembre, las tipas florecen y sus flores amarillas, intensas y vibrantes, comienzan a caer. Este fenómeno, que dura aproximadamente tres semanas, transforma las calles y parques en un escenario de ensueño. Las flores, que brotan en racimos, no permanecen mucho tiempo en las ramas. Impulsadas por el viento, se desprenden y cubren el suelo, creando un efecto visual que maravilla tanto a chicos como a grandes.

A diferencia del jacarandá, cuya floración dura unas cuatro semanas, la de la tipa es más breve pero igualmente impactante. Además, su tamaño imponente —puede alcanzar más de 30 metros de altura en su hábitat natural— la convierte en una de las especies más grandes del arbolado urbano.

El misterio del “llanto de la tipa”

Pero no todo es color amarillo en la vida de este árbol. Quienes caminan bajo las tipas durante noviembre pueden notar un fenómeno peculiar: pequeñas gotas que caen desde las ramas, como si el árbol estuviera llorando. Este fenómeno, conocido como “el llanto de la tipa”, no tiene nada de poético. En realidad, se trata de las excreciones de un insecto llamado chicharra de la espuma (Cephisus siccifolius), que se alimenta de la savia del árbol.

Las ninfas de este insecto producen una especie de espuma azucarada que, al acumularse en las hojas, cae en forma de gotas pegajosas. Aunque puede resultar molesto para algunos transeúntes, los expertos aseguran que no es dañino para las personas.

Un árbol noble y resistente

Además de su belleza, la tipa es valorada por su ductilidad y resistencia. Según los especialistas, es una de las pocas especies que responde favorablemente al trasplante, incluso en su etapa adulta. Esta característica la convierte en una aliada clave en un entorno urbano en constante transformación, donde la preservación del arbolado es fundamental.

En Buenos Aires, las tipas se encuentran tanto en veredas como en parques y plazas. En promedio, miden entre 15 y 17 metros de altura, aunque algunos ejemplares pueden superar los 35 metros. Sus troncos, de madera oscura y diámetros que van desde los 54 centímetros hasta más de un metro y medio, son testigos silenciosos de la historia de la Ciudad.

Un legado de Thays

Al igual que el jacarandá y el lapacho rosado, la tipa fue traída a Buenos Aires por Carlos Thays, quien se inspiró en la flora de las yungas de Tucumán, Salta y Jujuy para diseñar el paisaje urbano. Aunque comparte su origen con el jacarandá, pertenece a una familia distinta: es una leguminosa, una de las más representativas de la flora argentina. Hoy, la tipa no solo es un símbolo de la riqueza natural del país, sino también un recordatorio de la importancia de preservar y valorar nuestro patrimonio verde. Cada diciembre, cuando sus flores caen y tiñen las calles de amarillo, los porteños tienen la oportunidad de disfrutar de uno de los espectáculos naturales más bellos que ofrece la Ciudad.